domingo, 5 de diciembre de 2010

Creatividad en el club de "cuates" del MAX

Las actividades del club de cuates del MAX se centran siempre en bloques temáticos. En noviembre y diciembre, teniendo presente la celebración del centenario de la Revolución Mexicana, se dedicaron sesiones a los héroes nacionales, sin dejar a un lado los vestigios prehispánicos que nos rodean en el museo.
Para concluir el ciclo se dedicó la última sesión al conocimiento y reconocimiento de símbolos patrios y de imágenes que comúnmente definen nuestra identidad como mexicanos.
Admito que hacía mucho tiempo que no participaba activamente en una de estas jornadas, porque aunque colaboro en la planeación y difusión de las actividades, no siempre estoy presente mientras se realizan, y es muy enriquecedor ver cómo toman forma las cosas que proyectamos de manera teórica y cómo la intervención espontánea de los niños le puede dar un giro a la sesión.
Ese domingo llegué puntual a la reunión previa que hace la Coordinadora de Servicios Educativos con todos los monitores de los cuates. Repasamos el programa del día, distribuimos las tareas y esperamos la llegada de los niños.
Conforme llegaban los cuates se iban anotando en el registro y de ahí subían a la Sala de Lectura, donde pueden tomar un libro o un juego de salón para entretenerse.
Yo me uní a un pequeño grupo que se puso a jugar una “lotería de la democracia”, donde los cartones tienen impresas imágenes como “la urna”, “la mampara”. “el funcionario de casilla”, etc., y una explicación en el reverso de lo que esto significa.
Cuando ya teníamos un grupo de 12 cuates (otros dos se sumarían en el curso de las actividades) decidimos empezar con una charla planeada acerca de los símbolos patrios y la identidad nacional. Para acompañar esta plática se habían preseleccionado algunas imágenes, aunque luego se habló de otros elementos que no estaban presentes. Muchos de los niños, asiduos asistentes a los cuates del MAX, quisieron decir lo que sabían acerca del significado del escudo nacional, la importancia alimenticia del nopal, el maíz y el fríjol así como las diversas contribuciones del suelo mexicano a la gastronomía mundial. También se habló de las tradiciones musicales representativas de México, como los mariachis, el huapango y el son.
Se les contó acerca del penacho de Moctezuma, y cómo el mandatario azteca se lo había dado a Cortés, y de la adopción de la Virgen de Guadalupe por un pueblo que ya veneraba a divinidades maternales.
Se les pidió enseguida que dibujaran con crayones o pinturas lo que ellos considerasen característico de la mexicanidad. El más pequeño de la sesión era un chiquitín de cuatro años, muy despierto y participativo. El mayor era un chico de once años, de talante tímido y callado, pero atento.
Aunque se insistió en que buscaran en sus recuerdos o su imaginación lo que mejor podía representar a México, la mayoría de los niños quiso dibujar las imágenes que se habían utilizado de muestra. Unos copiaron la bandera, otros el penacho de Moctezuma, algunos más hicieron un nopal o una mazorca de maíz. Platicando entre todos se hizo mención a todos los alimentos que se elaboran a partir del maíz, y de ese modo una pequeñita se inspiró para representar tamales de distintos sabores.
Dos hermanos gemelos, motivados por la fotografía de los mariachis, dibujaron unas trompetas, y otro niño representó una guitarra.
A pesar de que no se logró enteramente que expresaran su mexicanidad fuera de las imágenes de muestra, la sesión extrajo interesantes comentarios y dejó la semilla de una reflexión futura.